Valverde contra sí mismo

Algunos se han olvidado de su extraordinario talento. Otros le observan con recelo mientras esperan con deseo vampírico su confesión. Y sólo unos pocos, especialmente los preparadores físicos, aquellos que analizan el ciclismo a golpe de dato, advierten que Alejandro Valverde es un ciclista capaz de todo. Sin pasiones, de forma aséptica. El corredor del Movistar tiene capacidad suficiente para terminar en el podio de París, pero antes deberá luchar contra sí mismo, contra el viento, contra el reloj. Si Valverde quiere brillar en el Tour deberá superar su principal problema, los 96,1 kilómetros de contrarreloj desplegados en la próxima edición del Tour.
Porque si algo le produce ardores en el estómago es esta especialidad. Sus resultados por la planicie francesa son malos, muy malos. Rebobinando hasta su última participación, en 2008, no hay por donde cogerlo. En Cholet (29,5 km) logró el puesto 22, a 1’ 16’’ de Kirchen. Y en Cèrilly, sobre 53 kilómetros, consiguió ser el 34, a 4’ 04’’ de Cancellara. Un candidato a podio no puede permitirse que más de veinte o treinta corredores queden por delante, no cuadra en la fórmula. Peor incluso le fue en 2007. Albi (54 km) fue su penitencia emocional. Un total de 45 ciclistas acabaron por delante de él, después de perder 4’54’’ con respecto al ganador, Cadel Evans.

Valverde sí ha logrado mejores prestaciones en la Vuelta a España, siempre en distancias más cercanas a la treintena de kilómetros. Incluso, en la Dauphiné Liberé de 2008, logró vencer en la crono de Saint Paul en Jarez por delante de Leipheimer. Le metió 19 segundos en una distancia de 31 kilómetros. Es su mejor actuación, el vídeo grabado que le traslada a un pretérito lleno de posibilidades futuras. Mejorar contra el reloj no es fácil. La transformación no es sencilla, lo que les ocurre también a los especialistas que quieren mejorar en montaña. Hace poco, Michael Rogers, tres veces campeón del Mundo contrarreloj, reconocía que su mayor error había sido llevar demasiado lejos su sueño de ganar un Tour de Francia. Esa nebulosa le animó a cambiar su preparación para mejorar en montaña. Al final, ni lo uno ni lo otro. Perdió su propia condición natural para introducirse en una nueva versión de corredor que no alcanzó, ni de lejos, las aspiraciones marcadas.

Valverde debería pasar largas horas de entrenamiento sobre la bicicleta de contrarreloj si quiere mejorar. También tendrá que fijar su posición aerodinámica y estudiar la cadencia de pedaleo que mejor se adapte a su generador inagotable de vatios. Algún preparador hace tiempo que señaló que Valverde abusa de desarrollo, lo que en las grandes vueltas le genera problemas de recuperación.

No hay duda de que ha vuelto más fino que nunca, con un peso que ronda los 60 kilos, una estadística que sólo había alcanzado en el Tour de 2008. La pérdida de peso no suele ser buena aliada para acabar con la tiranía del viento. Sin embargo, es una gran noticia para las etapas de montaña y para las clásicas. No hay duda de que Valverde está listo para acabar con el record que Gilbert esculpió el año pasado en el muro de Huy. El último kilómetro lo hizo en 2’40’’. El murciano ya está con el reloj en la mano para sus citas de abril y julio.

Deja un comentario